Todos sabemos que Halloween ha llegado a ser una
fiesta comercial como todas las otras. Pero detrás de la popular celebración hay una historia que muchos no conocen y no saben que lleva ya 3000 años oficiándose, desde los tiempos de
los celtas. Éstos consideraban que en la noche de 31 de octubre los muertos
volvían a estar entre los vivos y, para ahuyentar los espíritus, se vestían con
cabezas y pieles de animales.
La historia misma, las costumbres y las creencias se han perdido, y el Halloween es en nuestros tiempos un motivo más de celebración. Yo me declaro a favor de cualquier fiesta, sea cual sea su propósito. ¡Yeee! Vamos a celebrar y olvidarnos de la realidad por unas horas.
Soy la primera en reconocer que mi mente es un poco retorcida y pensé alegrarme el Halloween de un modo alternativo y reírme de mis miedos.
Wikipedia me explicó amablemente que “El miedo
o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable
(me encanta la elección de las palabras!!!! ), provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o
incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al
riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano (pensaba que conforme con la teoría de la evolución humana, nos habíamos separado
de los chimpancés unos cinco millones de años atrás y superar el estado de
animal, a pesar de que algunos no lo demuestren ;). La máxima expresión del miedo es el terror. Además, el miedo está relacionado con
la ansiedad.”La historia misma, las costumbres y las creencias se han perdido, y el Halloween es en nuestros tiempos un motivo más de celebración. Yo me declaro a favor de cualquier fiesta, sea cual sea su propósito. ¡Yeee! Vamos a celebrar y olvidarnos de la realidad por unas horas.
Soy la primera en reconocer que mi mente es un poco retorcida y pensé alegrarme el Halloween de un modo alternativo y reírme de mis miedos.
Todos hemos sentido esta emoción habitualmente desagradable alguna vez, no hay nadie que no tenga miedos, reales o imaginarios.
Yo hice una lista con mis mayores temores, aunque no os los diré porque me preocupa que puedan ser usados en mí contra. Buena lógica, ¿eh?
No obstante, me alegré cuando descubrí que mi lista es bastante corta y que tengo muchos menos recelos de lo que pensaba, además, me ambiciono a vencerlos… a veces. Menos mi fobia con la altura… eso no, y he dejado de intentarlo antes de caerme de algún puente. Y para que lo sepáis: las técnicas de relajación NO funcionan cuando la tierra parece abrirse bajo tus ojos.
Así que hoy me detengo en los miedos ¿imaginarios?
relacionados con la literatura y las películas.
- No me dan miedo los fantasmas, los vampiros, aunque me lo pensaría dos veces antes de acercarme a un hombre lobo. Mi problema es antiguo, tiene que ver con el hecho que algunos miembros de la especie Canis lupus familiaris (los perros, hermanos de los lobos) me detestan y se basa en las experiencias nefastas que he vivido. Puede que fuera por haber sido gato en otra vida, pero insisto en no acercarme a los perros, a los lobos, y de ningún modo a alguna persona con una mutación que desarrolla garras y dientes afilados.
- Mi mayor miedo cuando abro un libro nuevo es que no tenga final feliz, que no deje sitio para mi ración diaria de esperanza. Si las cosas no se arreglan ni en una novela, ¿cómo van a arreglarse en la realidad?
- Me espantan las novelas o las películas que incluyen como personaje ese tipo de niño poseído (el hijo del Diablo), hermoso físicamente pero vacío de sentimientos. Seguramente todos lo conocéis; ese de ojos helados y la sonrisita aquella espeluznante que da escalofríos.
- Desde que vi la primera película que trataba el tema, (unos veinte años atrás), me atemoriza la clonación. La idea de toparme con otra persona que se parezca a mí en hasta el último detalle me pone los pelos de punta. Creo que un psicólogo desearía investigar ese tema más a fondo… pero no le daré la oportunidad.
- Me asusta más un zombie que un demonio. Eso debe sonar un poco raro, ¿verdad? Insistiendo, creo con fervor que puedo negociar con un demonio, pero no con el zombie que tiene el cerebro hecho papilla (si es que tiene cerebro…???) y considera que el mío es sabroso. Me parece normal evaluar el cerebro por el conocimiento guardado, no por el sabor que podría tener, y en el conocimiento me baso para llegar a un acuerdo con un demonio; satisfactorio de ambos lados, se entiende.
- Contenido extra: Me dan miedo los días de martes y la fecha 21. Creo en el Dios Murpfy y en sus leyes (interpretados en versión propia) y me figuro que si algo malo puede pasar, pasará en un martes o en un día con esta fecha.
Estos son... parte de mis temores.
¿Cuál
son los vuestros ?
A
compartir más que caramelos este día :)(: